África

Cuando pensamos en África lo que nos viene a la cabeza puede que sea el gigantesco sol del atardecer y esa luz rojiza que desprende, las cataratas, la sequia, la sabana. Esas tribus bailando dando brincos alrededor de una hoguera con los pechos e las mujeres en un continuo vaivén, los gritos, la percusión, grupos de hombres cazando, cazadores furtivos, las chozas en las que viven algunos de los Africanos, la cantidad de animales salvajes, como leones, búfalos, jirafas, elefantes, serpientes, cocodrilos, moscas y más moscas en las caras de las personas o de los animales. Apurándonos incluso nos puede evocar, por qué no, a la mítica película de Disney “el rey león”. Pero rayando un poco en la superficie nos encontramos con el hambre, con que a pesar de que África es un país riquísimo en materias primas o diamantes, acoge a los países más pobres del mundo.
Lo que posiblemente no nos paremos a pensar es el porqué de tanta miseria, en un continente con tanto potencial.
Lo cierto es que los europeos allá donde hemos ido, portábamos nuestras normas, listas para ser impuestas. Supuestamente nuestra cultura siempre ha sido la más desarrollada, la que sabia los que convenía, más bien lo que nos convenía. Tanto se nos subió a la cabeza que éramos los dueños del mundo que cuando salíamos “por ahí” a explorar lo que aun no conocíamos, nada más llegar éramos los dueños. Los que podíamos vender y explotar las tierras a nuestro antojo sin importar las vidas que ahí había, su forma de relacionarse o su cultura; solo nuestro juego era válido.
Fue con esta prepotencia con la que llegamos a África, nosotros los occidentales, que necesitábamos más recursos y más esclavos. Y como éramos nosotros los que sabíamos hacer mapas, dividir las tierras y explotarlas, como no nos importaba, ni quisimos escuchar que esa gente ya estaba organizada, que las tierras, aunque sin paso fronterizo ya estaban repartidas y que esa gente no eran salvajes, sino otra cultura, pues empezamos a dividir el botín. De ahí surgen las cicatrices de África, que no son curvas, sino en línea recta.
Juntamos tribus ancestralmente rivales y las obligamos a convivir juntas y separamos pueblos que llevaban miles de años unidos, sin pararnos a pensar lo que esta mezcla tardaría en explotar. Además de eso, maltratamos a esa tierra y a sus gentes, tratándolas como a insignificantes hormigas para aprovecharnos de sus recursos. Cuando la cosa nos dejo de ser rentable, o nos empezó a entrar un poco de conciencia, porque nosotros, los occidentales, somos civilizados y ¿sabes? Dejamos de aprovecharnos tanto de este continente, o por lo menos no tan descaradamente, intentando dar una buena imagen de cara a los ignorantes. Ahora lo que se lleva es dar ayuda a África, inflarnos el pecho mientras decimos que España dona ‘’x’’ al año de ayuda humanitaria o que hay decenas de asociaciones volcadas en la causa. Pero lo cierto es que mientras gente humilde se preocupa en ayudar en lo que puede, o en lo que le vale para saldar la deuda en su conciencia, nuestro país, el vecino y el de más allá, se enriquecen vendiendo armas a las guerras y conflictos que más que deshacer lo que se haya podido mejorar, empeora mucho más la situación, mientras ellos siguen siendo víctimas de la historia que algunos hemos construido. Deberían publicarse más encuestas que muestren la ayuda que proporcionan los países ricos a los pobres, en función de lo que ganan con ellos. Quizás África no necesite limosna, quizás lo que no necesite son más armas.


el video..simba encontrandose consigo mismo(en version latina, sorry)
hablando de África viene a la cabeza el rey leon! es inevitable.
q entrañable el mono:D´